¿En qué momento empieza un viaje? Cuando era pequeñita se me metió un trozo de alma de pájaro en el corazón y desde entonces pocas veces he olvidado la sensación de volar... Al crecer un poco empecé a notar que me crecía un ala en el hombro derecho y ¡de repente me vi metida en mil líos y aventuras!
Pero, ¿¿cuándo comienza el viaje?? El cuento es, empiezas a sentir que te salen unas ganitas pequeñas en el pecho. Como cuando estás enfermo y no puedes meterte en la piscina en verano y tienes que aguantarte viendo al resto nadar. Es una cosa así, como incómoda pero que a la vez sabes que si la alimentas se convertirá en algo grande y poderoso.
Yo creo que el viaje empieza cuando piensas en lo que te quieres llevar. Cuenta la leyenda que una vez un nómada encontró a una familia de nómadas que lo invitaron a cenar y compartir la noche con ellos. El nómada se sentó a hablar con la hija de la familia y la niña, mirando su pequeña mochila, le dijo, "oye, tú viajas con muy pocas cosas... ¿qué es tan importante como para que lo lleves en tu mochila?" El nómada sonrió y le contestó "Viajo con mis miedos".
Un acordeón, una libreta y un balón de rugby... un botiquín cargado de porsiacasos, unas zapatillas de correr, un montón de ropa para no tener frío y no mojarme con la lluvia... Un puñado de miedos que irán cayendo por el camino a medida que la incertidumbre desaparezca.
¿El motor de todo? Las ganas de salir correr al mundo, aullarle a la luna llena y sentir lo más intenso que me atreva. Disfrutar y sonreír en cantidades desproporcionadas. Vivir la incomodidad de lo extraño para apreciar el selecto placer de estar a gusto.