Artículo publicado originalmente en The Wang Connection, http://www.thewangconnection.com/entrenando-en-la-naturaleza-por-aurora-redondo/
Cuando estás viajando uno de los retos que se te plantean es cómo
mantener tu rutina de entrenamiento, sobre todo si acostumbras practicar
un deporte de equipo. Te encuentras ante una interesante encrucijada,
parecida a la situación que tiene lugar al final de la temporada y en
verano. Pueden pasar dos cosas: o bien que te dejes llevar por la pereza
y que tus intenciones se queden en eso, intenciones; o bien que tengas
el tiempo y, especialmente, las ganas y la motivación de crearte un plan
de entrenamiento.
En principio me enfrentaba a unas circunstancias complicadas: irme a
vivir unos meses a Nicaragua, donde el rugby y, en general, el deporte
femenino están saliendo del cascarón. Irme, además, sin plan de acción
que me permitiera contactar con equipos de ningún lado, porque a saber
dónde iba a parar. Pero lo que en principio parecía un futuro nublado de
pronto dejó ver el tesoro que se escondía entre la niebla: la
oportunidad de mejorar mis flaquezas en unos meses en que no dependía de
nada ni nadie. Ahí te encuentras contigo misma frente a frente. En qué
flaqueas, qué es lo que más te cuesta, qué y cuánto quieres mejorar.
Las coincidencias me llevaron a acabar en un pueblo surfero al sur de
Nicaragua, donde tenía un mes de trabajo. En este lugar vivía frente a
la playa, y de pronto me vi, después de años sin hacer natación, ante la
oportunidad de nadar cuando quisiera en mar abierto. De nuevo, abierta a
las circunstancias del día a día, cada vez que entraban olas podía ir a
surfear. Y para cerrar la combinación perfecta, ¿qué mejor forma de
trabajar la resistencia que corriendo sobre las dunas? Irte de excursión
y subir a un volcán.
Al entrenar siempre en un mismo sitio no te das cuenta de lo fantástico
que es conocer lugares, disfrutarlos a través del deporte y recordarlos
para siempre. Al entrenar siempre en equipo tampoco te paras a disfrutar
de lo genial que es salir sola a correr y dejarte sorprender por el
mundo. Un atardecer en la playa, un baño en el mar flotando bajo las
estrellas... ¡cargada con las endorfinas de una buena carrera!
Pero lo mejor estaba por llegar. Después de ese mes contacté con una
gente que me invitó como wwoofer (trabajadora voluntaria en granjas
orgánicas) y ahí me fui a conocer su proyecto. Las horas de trabajo aquí
son escasas. Se concentran a la mañana y te dejan todo el día
prácticamente libre. Sin creerme aún del todo lo a gusto que estaba,
viendo lo bien que me lo podía montar sola en cualquier lado, me marqué
objetivos y adapté los entrenamientos a la jungla. Series de velocidad
subiendo lomas, físicos levantando piedras o hacer de las herramientas
de jardín las pesas del gimnasio. Retos especiales, como 6 horas
seguidas de subida a una montaña. Eso, y las aventuras que le pasan a
una mientras tanto.
Cada día es un nuevo desafío, y puedes sucumbir a la presión o convertir
tus flaquezas en tu mayor fortaleza. En eso consiste el deporte, ¿no?
Una forma de actuar que llevas a tu vida y te convierte, en todos tus
planos, en la mejor versión de ti misma.