Una vez estuvimos hablando en clase de la emigración de Estados Unidos. Vimos una película llamada "Pal Norte" en que, la verdad, se refleja muy bien el contraste cultural y la epopeya de una viaje en que te juegas la vida y el futuro.
Cuando estaba en Nicaragua conocía a gente que viajaba a Costa Rica para buscarse la vida. Sueldos mejores, a pesar de la distancia, y mejores condiciones para los de casa. También encontré gente con familia viviendo y trabajando en Estados Unidos. Me sorprendía ver que, desde allá, mandan dinero a la familia y desde lejos mantienen a su gente, compran un terreno, construyen una casa. Al llegar a Costa Rica me encontré incluso más veces con esta situación. Hablando con la gente, todo el mundo daba por sentado que yo conocía Estados Unidos y me preguntaban si necesitaba ( dicen, ocupar algo es necesitarlo) visa para viajar allí. Me enteré de lo difícil que resulta para un centroamericano conseguir una visa no ya para trabajar, simplemente para viajar a USA. Quizás también porque si van, no vuelven. Aquí, ir a Estados Unidos equivale a ir a trabajar duro, muchas horas al día y a la semana, para volver algún día tener casa en tu tierra. Pero para llegar hay que mojarse. Y mucho.
Así les dicen aquí a los que se van sin visa, sin papeles, que se van "mojados". Tienen que buscar un coyote, un contacto que los lleve a México y los guíe cruzando de noche la frontera a pie, por el desierto, para llevarlos a su destino, donde con suerte tendrán algún familiar que los reciba, los aloje y les ayude a buscar trabajo. Mientras, desde la tierra, la familia hipoteca su casa o pide un préstamo para pagar los 6500-7000$ que cuesta pagar los servicios del coyote en un viaje tan peligroso como puedas.imaginar en que se inventan formas imposibles de volver invisibles a las personas. Si todo sale bien, encontrarán un empleo y durante los próximos años trabajarán miles de horas para sacar lo máximo de su emigración. Difíciles años en que no volverán a casa porque no podrían volver, y pasar mojado no es algo que uno quiera repetir. Años en que, en una cultura con fortísimas raíces familiares, no ven a sus madres, padres, hermanos... parejas... hijos... y al final reconstruyen su vida en el nuevo país para formar nuevas familias, allá en un nuevo mundo en que la gente vive muy diferente, hay otras prioridades, el tiempo si no corre, vuela y la lengua suena extraña.
Así era en Galicia hace años, ¿no? "As viúvas dos vivos e as viúvas dos mortos". Grandes comunidades de gallegos que buscaron en América la fortuna de un futuro mejor. La historia de mi tío, que embarcó con 16 años a Brasil en busca de un padre que venía de vuelta por el océano. Lo que sucede cada día que un ingeniero me cuenta que se va aa Alemania. Una misma situación desde mil perspectivas, con mil matices. El instinto de buscar algo mejor y el sueño de hacerte rico y comprar una casa, un coche, ropa.bonita... el hambre de libertad y de hacerte único dueño de tu vida.
Y de nuevo, la conciencia que te golpea. ¿Qué hay allá que no tengan acá? ¿Qué tienen ellos que no tengamos nosotros? Dicen empleos, dicen trabajo mejor pagado, dicen la oportunidad de ser alguien y crearte a ti mismo. ¿Ese es el sueño americano? Porque si es así tiene solución, aunque la veamos complicada. Aquí sí hay trabajo; en Nicaragua unos pocos tienen un empleo, bastantes se dedican a la contemplación y la mayoría se buscan la vida. La situación difícil esconde un tesoro, ese tesoro que un día me mostraron y vuelve a mí con la fuerza de la certeza una y otra vez: la capacidad de alcanzar lo que queremos la tenemos delante y la distancia que nos separa es tan grande como la cantidad de energía que pongamos en llegar a ello. A veces eso significa entrenar duro cada día. A veces estudiar miles de fórmulas. En ocasiones levantarte a las 5 para hacer cestas de empanadas que llevar a vender a la estación de bus. Quizás seguir viviendo cada día moviendo el engranaje que mantiene el equilibrio en tu familia. Pero en esto se esconde una pequeña belleza; todos estamos hechos del mismo material, nuestros anhelos nos acunan por las noches y cada uno encuentra su motivación para luchar cada día por sus objetivos.
El destino de la humanidad, la búsqueda de lo desconocido y la lucha por esa certeza de que podemos ser más de lo que somos. A veces no es la única salida, pero es lo que conocemos y en la batalla por seguir adelante uno anda por el camino que conoce. ¿Y qué otros caminos hay? Tengo que llegar a Cancún, dicen que en México hay guerra de tráfico de drogas, hay aviones desde Guatemala, y la incertidumbre de saber que se puede llegar cruzando el Norte por Belice. ¿Cuál es el camino?
Lo bueno de viajar es aprender a buscarte la vida, conocer a gente que convive con circunstancias y situaciones radicalmente diferentes, pero tan parecidas... llenarte de sensaciones, vivir intensamente y, poco a poco, hallar el camino que lleva a mi isla con forma de pez.