Ya desde pequeñaja me encanta contar, escuchar, leer y escribir historias. Siempre he hecho deporte y mi cuerpo tiene una cierta adicción a esa diversión. No hay nada que me haga sentir más a gusto que sentir fuerte la naturaleza, nada que me ponga más a prueba que viajar a lugares lejanos y sumergirme en lo diferente. Un día se me ocurrió juntar en un mismo proyecto todo lo que más me gusta, y surgió una idea. Viajar por el mundo, entrenar con equipos de rugby de distintos lugares y culturas y contárselo al mundo. O simplemente seguir la inercia de mi movimiento; viajar, entrenar y escribir.
¿Objetivos? Seguir el camino hacia la cima, que consiste en avanzar cada día un poquito y trabajar la persistencia. La curiosidad del cachorro que llevo dentro me lleva a querer conocer, allá donde voy, y trato de hallar nuevas formas de ver y sentir el rugby en busca de enriquecerme, yo, mi juego y mi forma de entenderlo. La vida me ha regalado mil sorpresas al respecto y nunca me sacio del todo. Al ser un deporte en crecimiento se alimenta vorazmente de ilusión, energía y pasión. ¡Lo lleva en su esencia! El rugby me ha enseñado que cuando trabajas en equipo y todos empujan en la misma dirección se consiguen increíbles resultados. ¡Imagínate si expandes la red del trabajo en equipo a nivel global! Hay algo que me dice que crear conexiones entre equipos, entre países, entre continentes, puede ser la semilla de la que crezca una fuerza fantástica con la que empujar un deporte con enormes potenciales.
El contacto fue sencillo; a través de internet todo es posible y la gran familia del rugby me recibía con los brazos abiertos allá donde iba.
La ruta empezó en Managua, entrenando con el Chorotega RC. En Nicaragua, el rugby femenino está todavía comenzando, y el Chorotega es el único club que tiene mujeres. El Managua RC también está tratando de juntar chicas, pero los obstáculos son por el momento difíciles de salvar. En Nicaragua es complicado encontrar mujeres que puedan compatibilizar entrenamientos y el cuidado de sus hijos. A pesar de ser un único equipo, han sido invitadas a torneos centroamericanos en los que se han enfrentado con selecciones como la de Costa Rica.
El rugby en Centroamérica se conglomera en torno a las ciudades capitales. Fue por esa razón que mis destinos, más rurales, me alejaron de cualquier equipo durante dos meses, hasta que retomé el plan inicial yendo a entrenar con el San José RC, uno de los cinco equipos afincados en San José, Costa Rica. Este es el país que más años lleva jugando al rugby, y son las ticas quienes ostentan el primer puesto en el campeonato centroamericano. Estos equipos muestran variedad de niveles, siendo justamente el San José el último equipo que se ha incorporado a la liga. La semana que yo entrené con ellas celebraban su primer partido ganado, y las chiquillas rebosaban energía, ganas e ilusión. Con las pilas cargadas y los niveles de disfrute a tope seguí la ruta al norte en dirección al Salvador.
Viajar por el mundo con un balón de rugby implica que en cualquier momento puede surgir la ocasión de jugar con él, ¡hasta en los lugares más insospechados! Al pasar de nuevo por Nicaragua disfruté de una tarde en la playa jugando con amigos cosechados en el camino, los ahijados de los dueños del hostal donde trabajé durante mi estancia en Nicaragua. Rugbear por el mundo consiste precisamente en eso, llevar un balón, sacarlo afuera y llenarlo de agua salada y arena; contagiar un poquito del amor oval a cualquiera que se preste a recibirlo.
Fue de esta misma forma que al cruzar Honduras mi balón salió a sentir el viento y la tierra y enamoró a una familia de niños con curiosidad por jugar con este extraño objeto y me pidieron que les enseñara. No sé quién se lo pasó mejor, si ellos probando un juego totalmente nuevo con una desconocida que apareció de quién sabe dónde, o yo viviendo el momento, improvisando un entrenamiento y disfrutando de la energía mágica de unos niños hondureños que me robaron un trozo de corazón.
Así llegué al Salvador, donde conocí a las turquesas, las chicas del San Salvador RC, el primer equipo de los cinco que actualmente compiten en el país. Esta nutrida liga ha surgido en tan solo tres años. De nuevo, todos los equipos se concentran en la capital, pero estas chicas están llenas de energía y están trabajando en la promoción oval en otros puntos del país.
A pesar de unas condiciones difíciles, como puede resultar entrenar de noche sin luz, las turquesas están desarrollando superpoderes con que sustituir la vista y este equipo lleno de entusiasmo reúne entre 12 y 22 chicas en cada entrenamiento. Actualmente, la selección salvadoreña es la segunda en la clasificación centroamericana, y entrenan duro todo el año para superar a las costarricenses. El Salvador tiene una temporada intensa, que empieza a principios de año con la liga de verano en tres intensos fines de semana. De junio a septiembre tiene lugar la liga nacional, y será a partir de septiembre que la selección entrene para preparar la competición internacional.
Finalmente llegué a Guatemala, donde desde el Guatemala RC se convocó un entrenamiento conjunto de los tres equipos de féminas de la capital, con lo que se reunió a más de 25 chicas. También es asombroso lo que ha crecido el rugby femenino en este país, pues ha sido en los últimos años que ha surgido una liga nacional, una selección competitiva y detrás de esta maravilla se esconde el duro trabajo de captación, entrenamiento de técnicos y entrenados de los clubes, y la fuerza de la pasión que mueve a las chicas a conseguir nuevas jugadoras y entrenar cada semana.
Un mismo deporte se puede vivir de mil formas distintas y cada cultura se adapta al deporte tanto como el deporte a sí misma. En sociedades como las centroamericanas no existe una tradición arraigada de deporte en equipo, especialmente siendo un deporte de contacto como es el rugby femenino. La maternidad puede comenzar a partir de la tierna edad de 15 años en muchos casos, y es especialmente difícil, ¡que no imposible!, para una madre adaptar sus horarios y los de sus hijos con los del equipo.
No obstante, también es verdad que en países como Nueva Zelanda puedes encontrar mamás que acuden con sus hijos al campo, y mientras ellas entrenan los chiquillos juegan en la banda. A pesar de todo, las jugadoras centroamericanas llevan la pasiónlatina en la sangre; son mujeres orgullosas y el rugby les da la oportunidad de demostrarse a sí mismas y al mundo todo de lo que son capaces. El afán de superación es exactamente el mismo allá donde vayas, entrenes donde entrenes, desde Galicia a Madrid, en Auckland y en Salamanca, de Costa Rica hasta Guatemala. Hablando con estas chicas centroamericanas encuentras una situación que se repite, “llegué a esto por casualidad, pero me enganché y seguí”.
El rugby nos enseña a trabajar en equipo, a poner sensaciones y hechos en común y a luchar por objetivos. Si esto se lleva a cabo a nivel global y todos los países trabajan para desarrollar el deporte, trascenderá más allá de las fronteras. ¡Esto ya está sucediendo!
La gente que juega al rugby comparte el amor por su deporte y de un lado a otro del planeta las jugadoras encuentran en el equipo de una ciudad extranjera una nueva familia. Al viajar no solo conoces lugares; expandes tu mente, creces y te enriqueces con lo que aprendes de la gente y la cultura. Pero es especialmente en estos países en que el rugby empieza a andar que la retroalimentación es mayor; es enorme el valor y la energía de las jugadoras con otras experiencias y la visión de la que lleva años jugando.
Internet nos brinda todo lo que necesitamos para viajar y jugar, para conocer qué sucede en otras ligas, cómo esto va creciendo y se está volviendo imparable. Los que jugamos lo sabemos, el deporte saca todo tu jugo, te demuestra hasta dónde llegan tus límites, que los límites los marcas tú superándote cada día. Cuando compartimos esta sensación, se multiplica y de pronto nos convertimos en lo que queremos ser. Día a día, entrenamiento a entrenamiento. Y cuando nos sacamos a pasear y conocemos otras formas, otros entrenamientos, otras jugadoras, seguimos esa expansión.
Está claro que el camino es largo y queda mucho por andar. A veces los equipos no cuentan con los medios que necesitan, el apoyo de las instituciones. La captación de chicas es un reto para todos los equipos. Incluso podemos encontramos con obstáculos que alejan a un equipo de su meta más que contribuir a su avance; conflictos, discusiones entre particulares que dificultan la tarea. Pero el camino sigue y no son más que baches que salvar. Otro ruck que limpiar. Una melé que mantener y empujar.
Desde la lucha nicaragüense por salir del cascarón hasta el emocionante nacimiento de un quinto equipo en Costa Rica, desde la energía y la intensidad de las salvadoreñas, me llevo de este viaje el calor de la comunidad del gran deporte de equipo, me quedo con las sensaciones de acogida, apoyo y respeto, y desde aquí al resto del mundo, a cualquiera que hoy me lea, ¡esto está creciendo! ¡Estamos en camino!
El entusiasmo y la alegría que me han regalado las rugbiers centroamericanas es este tesoro compartido, la cuerda que nos une a todos y tira de unos por otros, es espíritu de un deporte que nos enseña a avanzar siempre hacia delante.