Los chicos del club de rugby donde empecé a entrenar decían "la distancia entre el querer y el poder se acorta con el entrenamiento". Hubo una vez en que decidí preparar la prueba de acceso al grado medio de violín del conservatorio. Tenía un plazo ridículo de dos meses para lograr algo que la gente tardaba como poco un año. Mi profesora se rio de mí y me dijo que era imposible. Pero me lo propuse muy fuerte y hasta yo me creí mis ilusiones. Me dijeron, debes estudiar mucho, mucho cada día, practicar todas las escalas perfectas, y hay una prueba de lenguaje que tendrás que preparar muy bien. Fue una odisea. Lo cierto es que entré, sufrí durante un año a un hombre que casi me enseñó a odiar la música clásica, y después de otro año otra profesora casi me enseñó a odiar el lenguaje musical. Ahora toco el acordeón y juego a perderme en su respiración...
Al llegar de nuevo a San Juan del Sur empecé mi nuevo trabajo como recepcionista en el hostel Esperanza. Un trabajo conocido en un lugar distinto, con gente diferente; clientes parecidos, monedas nuevas... ¿sabíais que en Nicaragua puedes pagar con dólares y con córdobas? Cuando trabajas cobrando se vuelve muy confuso. Y a la vez practico; nada te ayuda más a adaptarte que la necesidad.
¡Y resultó que el domingo hubo una competición de natación! Para celebrar el inicio del verano se cruza la bahía de San Juan a nado. ¿Qué mejor entrenamiento? El día antes fui a hacer una prueba experimental, y me gustó. Creo que yo tenía ocho años cuando dejé de nadar. Hice un intento de volver a los 15 que no llegó a ningún lado, para probar de nuevo a los 22. ¿Objetivos de partido? ¡Acabar la prueba!
Me gustó la sensación. Cuando agarras el ritmo solo queda convencerte de que tus brazos son fuertes, que el cansancio es mental... sigue nadando... sigue nadando...
He pensado que una de las formas más claras, efectivas y bellas de aprendizaje es la metáfora. Cada día, cada semana encuentro en mi vida situaciones que me enseñan cómo aprender, cuál es el camino hacia adelante. Para cuando hace frío, tengo hambre y estoy triste, nada mejor que llenarse la tripa y dormir bien de horas. Eso lo aprendí hace tiempo... Si el mar deja ver sombras y el fondo es oscuro, solo sigue nadando... concéntrate en respirar. Y para cuando el viento sople a favor, ¡alza el hocico al cielo! ¡aúlla bien alto y claro! El escenario no podría ser mejor.