La Semana Santa de San Juan del Sur es conocida en toda Nicaragua, y de todas partes del país acude la gente en manada al bacanal que aquí se organiza. El hostal estaba lleno a rebosar, aún con precios que duplican los de cualquier otra fecha, y el restaurante dio de comer por docenas.
Lo conocí en la playa. Me habían dicho que esa noche habría conciertos en directo, y me llamó la atención un grupo, Cultura Profética, del que Perotá Chingó ha versionado "La complicidad". Fue por eso que me interné en la muchedumbre y me fui a buscar la zona donde tendrían lugar los conciertos. Caminando encontré a un chavalito con el que empecé a hablar y nos juntamos para buscar un buen sitio desde donde oír la música. Y ahí lo vi pasar. Uno de los chicos más guapos que nunca había visto. Me quedé mirando pero no me prestó atención. No obstante, hay veces que alguien te roba el aliento y solo sabes girarte a buscar tu respiración. Le dije a mi nuevo amigo que había visto al muchacho más guapo del planeta y él se acercó a investigar. En fin, la noche continuó y pronto la música empezó. Mientras Ina cantaba nos subimos a unas vallas a ver la actuación, atentos a saltar a la mínima señal. Inesperadamente, la noche iba genial y yo me lo pasaba como una enana. Cuando llegó Cultura Profética yo estaba bailando con el chavalito cuando aquel chico pasó de nuevo. Mi colega fue a comprar comida y cuando se marchó de pronto escuché que me llamaban. Para mi sorpresa, era aquel chico, diciéndome algo desde lejos. Le pedí que se acercara. Eso, y un paseo en la playa bajo la luna, a la luz de las estrellas. La promesa de volver a hablar. Aprenderme su número para llamarlo al llegar a casa.
Al día siguiente se fue sin que nos viéramos, pero seguimos hablando. "¿Cuándo vas a venir?", y se me ocurrió ir a su pueblo en mi semana de transición a Costa Rica. Así llegué a San Isidro, viendo al león sonreír a la hiena, a la hiena frenética oliendo el rastro del camino que lleva al tesoro.
Durante cuatro días volé hasta las nubes y me planteé cuestiones en las que nunca antes había reparado... llevando la mente al límite... conociendo lo que sueño; lo que a veces, sin saber, deseo. Profundicé en nuevas y distintas formas de vivir en Nicaragua, me acerqué a comprender sueños, miedos y anhelos y me mezclé en la idiosincrasia de una gente que vive muy distinto, come y duerme igual y sueña parecido.