Dicen los que saben que una vez una criatura sacó el hocico de su madriguera.
Dicen que llovía, y su hocico se empapó, y dicen que le gustó lamer las gotas que caían de arriba; así fue que alzó el hocico al cielo. Dicen que sacó la cabeza por el agujero y le cayeron gotas en los ojos, pero sus cejas frenaron la lluvia en exceso. Parpadeó, y de pronto el mundo se convirtió en prismas de luz, color, agua y brillos; así fue que alzó la vista al cielo. Dicen que se le llenó el cuerpo de una energía enorme y que enseñó sus dientes. Sin poder evitarlo, así fue que la criatura alzó la voz al cielo. Todas las criaturas que allí lo vieron, olieron y sintieron se supieron vivas. Esta criatura marcó su lugar en el mundo y echó a andar por el camino. La luna, desde su trono en lo alto, observaba extasiada. |